Todo esta bien, me he puesto la sotana.
El rosario se anuda entre mis dedos
y el viático me alcanza para el viaje.
La clase ya fue dada, quedan libros
entre estampas, recuerdos y cigarros.
Todo esta bien, incluso esta madera
que bordea mi cuerpo y lo amortaja.
los ezos que sin llanto me despiden.
Hago memoria: hay pan y un misal viejo.
Dejé lista la misa de mañana.
Una vez más diré que yo no escribo.
La homilia y la arenga se improvisan
como el Ave María y el Magnificat.
Todo esta bien, llegaron camaradas.
Conservan la bandera y el saludo,
esa costumbre de tomar cerveza,
discutir en voz alta, acalorarse,
caminar marcialmente aunque los años
crujan como un navío a la interperie.
Aquí en San Rafael el sol flamea
-parece un estandarte al mediodía-
La Ascención del Señor tuvo su fiesta.
Pentecostés me espera, ya en la Casa.
Todo está bien, amigos, la liturgia,
la unción de los enfermos, el recaudo
de colocar a modo de epitafio
la consigna de Job, marechaliana
Amé la tierra en su raíz antigua.
Serví a los pobres cuando no era moda.
Canté caudillos en la eneida patria.
No me perdonan el responso a Rosas.
Todo está bien. Sirvieron el pescado
picante, con el vino en damajuanas.
Ayer de Paraná o de Buenos Aires
dos vocaciones nuevas me llamaron.
Todo está bien, ya vienen, ya me cargan
(no parezco pesado esta mañana)
El cementerio tiene vista al cielo.
He dejado un licor para la vuelta.
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